Urbanismo en tiempos de crisis, 7 ideas.

1 julio, 2014

Observo con preocupación que en demasiadas ciudades hay una inactividad urbanística que no se puede justificar solo por el impacto de la crisis económica. Frecuentemente, esta situación se da en ciudades con gobiernos de derechas, que confunden el desarrollo de modelos urbanos con la ejecución de proyectos emblemáticos que además no suelen favorecer a la mayoría de la población. El urbanismo aporta valor social a la ciudad y los gobiernos progresistas lo saben. A pesar de la situación económica y a la falta de recursos públicos en mi opinión siempre podemos encontrar el presupuesto suficiente, si nuestras acciones benefician a la ciudad y son reclamadas por la ciudadanía. Hemos de crear dinámicas de nueva gobernanza que garanticen los proyectos de calidad y de impacto social.

En demasiados foros he oído que el urbanismo ha muerto y que las nuevas propuestas deben estar en torno al concepto de las “smart cities”, cuando esto no es un modelo de planificación sino un recurso artificial para el beneficio de algunas compañías privadas y el seudocontrol de la ciudadanía. La planificación urbanística crea el espacio donde vive la gente y es la mejor herramienta para garantizar la cohesión social y la seguridad urbana.

Las políticas urbanas no se pueden basar en la ejecución de algunos proyectos, han de tener la capacidad para analizar los barrios de nuestras ciudades y actuar con precisión. Nuestro deber como especialistas en el trabajo urbano está en la capacidad para hacer un urbanismo social y participativo que cree espacios de oportunidades para todos. A raíz de estas reflexiones os propongo siete ideas para abrir un debate personal que debe traspasar a la ciudad:

  1. El planeamiento urbanístico como instrumento de planificación urbana y social. Deberíamos ser capaces de revisar nuestros planes urbanísticos desde una visión humanística para convertirlos en instrumentos de planificación flexible que actúen sobre el global de la ciudad. La crisis ha hecho que las cosas sean distintas, no peores.
  2. El espacio público. Debemos reformular las redes viarias de las ciudades creando espacios amplios de convivencia que eviten la privatización de los lugares de mayor interés. No podemos hacer un discurso a través de hechos innegociables, hemos de aportar ideas nuevas y colectivas basadas en una nueva gobernanza. Tenemos el deber de relacionar los proyectos de edificación con los lugares públicos donde se implantan, dando prioridad al espacio público y a los proyectos urbanos.
  3. Los barrios y la proximidad. Las ciudades necesitan de isotropía urbana y territorial, y deben buscar modelos policéntricos de barrios. Para ello hemos de repensar la participación en los procesos de reforma urbana integrando la ciudadanía a las decisiones que transforman los elementos físicos. Necesitamos una visión integral y sistémica que revise los tejidos y una participación que tome decisiones compartidas, dando prioridad al planeamiento de escala de barrio. Las necesidades de la gente, vinculadas al derecho a una vivienda digna, al uso del espacio público y al intercambio serán valores irrenunciables de transmisión y traspaso del conocimiento. Debemos definir, por lo tanto, nuevas estrategias de proximidad en las dinámicas urbanas para descentralizar y llegar a todas las capas de la sociedad y de la ciudad, necesitamos estrategias fáciles en tiempos de crisis y falta de recursos públicos.
  4. El mercado de la vivienda tiene tres factores: el suelo, los costes de urbanización y el valor de la construcción. Debemos tener más vivienda social de propiedad pública en régimen de alquiler, y determinar una nueva cooperación entre el sector público y privado que nos ayude a obtener más suelo para usos públicos residenciales. La crisis en el sector inmobiliario nos hace ver que podemos hacer una ciudad alternativa alejada de las plusvalías urbanísticas. Debemos seguir construyendo y reciclando viviendas ya construidas pero debemos saber cómo y respetando la identidad propia de cada barrio, ciudad y metrópolis. Debemos pensar en que las ciudades del futuro son las de hoy, más complejas y con más valores, donde la discontinuidad urbana es una cualidad que debemos respetar. Debemos repensar como han de ser los nuevos barrios equilibrando el reciclaje con la nueva construcción y proponiendo medidas de sostenibilidad y autosuficiencia.
  5. La rehabilitación. Debemos promover políticas continuas y amplias de rehabilitación para todos los espacios construidos de nuestras ciudades, planificando, actuando por barrios y haciendo de la cultura del mantenimiento un hecho responsable. Para ello necesitamos de nuevos mecanismos de supervisión, incentivación y regulación de la rehabilitación del parque de viviendas urbanas.
  6. El transporte público. Debemos actuar ya y sin más dilación en beneficio del transporte público y en su diversidad, creando redes de ámbito urbano y territorial que deben ser absorbidas por el espacio público.
  7. Ciudad vs Metrópolis. Observo con preocupación el desfase de oportunidades entro los centros urbanos y las áreas urbanas más alejadas de ellos, en especial en las ciudades latinoamericanas. Hemos de priorizar actuaciones sobre los barrios de rentas bajas y convertirlos en nuevos espacios centrales, extendiendo la actividad económica a todo el territorio urbano. Debemos tener una actitud renovadora y de amplio abasto territorial para acordar instrumentos de gestión urbanística y de carácter social para el conjunto de la ciudad. La redefinición del papel ciudad territorio es la garantía de la renovación de la ciudad.
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