Algunas ideas sobre turismo y ciudad

9 septiembre, 2014

Las ideas aquí presentadas quieren desenfocar la excesiva responsabilidad atribuida a los turistas y poner el énfasis en el rol del sector público, están basadas en reflexiones sobre y desde Barcelona pero propone cuestiones extrapolables a otras ciudades. Estas ideas son:

A. Las actividades relacionadas con el turismo constituyen hoy una de las fuerzas más importantes en la producción de la ciudad. La gran mayoría de las políticas y proyectos urbanísticos en Barcelona en los últimos años están relacionadas con la presencia del turismo en la ciudad. En este sentido, el sector público es el principal agente facilitador y promotor y, por tanto, es también el responsable de las acciones para paliar los impactos negativos, de establecer los límites de su actividad así como también el encargado de distribuir las ganancias derivadas de su actividad económica.

B. En tanto que las prácticas turísticas están integradas en la ciudad, hay que pensar el turismo de forma descentrada y distribuida. Esto es, pensar el turismo más allá de las “infraestructuras turísticas” y considerar los efectos de su práctica no como un fenómeno ajeno, no desde la alteridad, sino como parte inherente de la complejidad urbana. Los turistas, a través de la sus prácticas, habitan y construyen la ciudad a través del espacio. Se mueven, se detienen, actúan, hacen emerger demandas específicas, crean nuevos espacios y generan gasto. Igual que los residentes. A los turistas, los residentes temporales, los visitantes; hay que considerarlos ciudadanos temporales. Con derechos y deberes sobre sus acciones igual a que cualquier otro residente. Si no incluimos los turistas en las decisiones públicas, acabamos delegando su representación exclusivamente al sector privado.

C. Si asumimos que estas agencias transitorias, más o menos integradas en la vida cotidiana, cambian la ciudad, el foco debe ser puesto en cómo estas actividades son inducidas a través de sus intermediarios/mediadores. Si el turismo se ha convertido en un reto urbano, decidir qué, quién, dónde y cómo debe ser afrontado con instrumentos de política urbana. En este sentido, los planes de usos pueden convertirse en uno de los instrumentos clave para regular las actividades en el espacio público y el espacio privado de carácter público (comercios, establecimientos, alojamientos, etc). Desgraciadamente, estos planes no sólo han sido despreciados, considerados mayoritariamente como instrumentos técnicos asépticos, sino que cuando se ha visto su potencial para cambiar dinámicas, se han emprendido acciones para desactivar su eficiencia. El Plan de Usos de Ciutat Vella de 2010 como ejemplo.

D. Turistas, residentes y otras formas de habitar la ciudad de forma móvil y temporal interactúan constantemente en los mismos espacios y esto puede generar tensiones para su apropiación. Para preservar la capacidad de negociación que posibilita la coexistencia de múltiples dimensiones, estos espacios deben permitir ser practicados de forma intensa y diversa a través de la cotidianidad. Estas prácticas, que van desde el consumo más mundano hasta prácticas más vivenciales de reivindicación y representación social y comunitaria, deben poder convivir con el turismo. Reclamar y actuar la segregación de espacios exclusivos para turistas – o para residentes – facilita la emergencia de contenedores monofuncionales provocando, inexorablemente, la pérdida del carácter público y universal del espacio urbano. El Park Güell o la nueva Marina del Port Vell como ejemplo.

E. Para conservar la multiplicidad, diversidad y complejidad del espacio urbano debe tener en cuenta el mayor poder de negociación económica de los agentes turísticos frente a los usos residenciales. En este sentido, uno de los principales efectos negativos de las prácticas turísticas radica en la presión que ejerce la oferta formal e informal de alojamientos temporales en el mercado residencial. Sólo en 2013 se facilitaron 2.300 licencias de Vivienda de Uso Turístico (HUT) oficiales, que ya suman cerca de 7.700. Esto quiere decir, 2.300 hogares potenciales menos diseminadas por todo Barcelona, fuera de Ciutat Vella, donde están congelados por ley. Estos números, sin embargo, son sólo los oficiales. La oferta informal va a más y se distribuye por canales que no controla ni la administración ni la cámara de comercio y que escapan de las responsabilidades fiscales. Sólo en la Vila de Gràcia hay aproximadamente el mismo número de camas no regladas que de reglados (fuente propia). Esta presión asimétrica, junto a la poca importancia que hasta ahora ha tenido por parte de las administraciones para controlarla, hace mantener e incluso subir los precios de alquiler y compra/venta en los lugares centrales en un momento de crisis generalizada, desplazando e impidiendo usos residenciales permanentes. Este desplazamiento no sólo empobrece la diversidad de usos y la capacidad de autorregulación del espacio sino que la situación genera una nueva burbuja inmobiliaria en la ciudad central, esta vez no apoyada en el aumento de precio fomentado por la facilidad de crédito, sino en las expectativas de ganancia derivadas de los alquileres a corto plazo. Perseguir la informalidad y reducir la oferta formal debe ser prioritario si no queremos ser cómplices de la segregación social por motivos de vivienda y el empobrecimiento urbano en un sentido amplio. En otras ciudades como Nueva York ya se está haciendo.

F. En tanto que reclamamos políticas integrales, hay que prestar atención a la fiscalización de las actividades turísticas teniendo en cuenta el desequilibrio existente en cuanto a la gestión de los impuestos por pernocta (la tasa turística).  Actualmente este impuesto tiene un voluntad redistributiva muy débil y de carácter indirecto ya que mayoritariamente sirve para fomentar e implementar políticas de promoción y diversificación de la oferta turística, externalizando así los costes del sector privado con dinero público. El pago por el cambio de nombre del Circuito Barcelona-Cataluña, con un coste de 5 millones de euros, como ejemplo. Si, como se ha propuesto anteriormente, pensamos el turismo más allá de sus infraestructuras, no hay motivos por los que no defender que esta tasa contribuya al bienestar común de la ciudad a través de la financiación y mantenimiento de infraestructuras y servicios básicos compartidos, de la base económica de carácter público en su totalidad.

G. Respecto a temas de gobernabilidad, hay que recordar que el consorcio público-privado Turisme Barcelona, que ve aumentar año tras año su presupuesto (con más de 40M€ en 2012), es actualmente una institución fuertemente controlada por sector privado con una presencia minoritaria de representantes de partidos políticos y una presencia nula de movimientos sociales – actualmente sin representación en el consejo general. Habría, pues, emprender acciones para equilibrar fuerzas además de revisar los mecanismos de participación, deliberación y rendición de cuentas, también los órganos ejecutivos. Si el turismo es cosa de todos y todas, empecemos por democratizar, abrir y hacer más transparentes los instrumentos institucionales que lo promueven y gestionan.

Las ideas aquí presentadas tienen como objetivo enriquecer el debate sobre la relación entre el turismo y la ciudad. Estas parten de la necesidad de pensar la ciudad incluyendo las movilidades – personas , objetos , discursos – como elementos configuradores de la realidad urbana. Por una parte, este punto de partida nos impide tratar el turismo como fenómeno aislado y ajeno a la ciudad, rechazando la separación apriorística entre lo que es o no es turístico. Sobre todo porque asumimos la imposibilidad de llevar a cabo esta separación. Por otra parte, esta premisa nos exige trascender las etiquetas, las representaciones y centrarnos en las prácticas y sus efectos, en lo que hacen las personas, los discursos y los objetos, en lo que detonan, desplazan o construyen; más allá de su condición de visitante o residente. De esta manera, si integramos el turismo plenamente a la condición urbana actual, si lo consideramos como actividad inherente, si no separamos esferas; quizás podemos pensar mejor cómo resolver los retos que aparecen no por el hecho de ser turísticos, sino como efectos de las actividades derivadas, que pueden ser múltiples y muy diversas . Quizá así podamos ver más claro que los retos del turismo son, en realidad, retos de ciudad.

Texto original publicado en La Trama Urbana [19 febrero 2014]

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Autor / Autora
Colaborador del programa Ciudad y urbanismo. @aariassans. Escribe en La Trama Urbana.
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