Urbanismos insurgentes: un proyecto de emancipación urbana

28 noviembre, 2017

La década de los sesenta y setenta fue un momento de intensas exploraciones políticas en la arquitectura y el urbanismo, un periodo en el que muchos profesionales se internaron en experimentos encaminados a repensar la función social de su disciplina. Encontramos un ejemplo paradigmático de esa arquitectura social en el papel asumido por algunos profesionales en el movimiento vecinal madrileño durante la década de los setenta, un momento excepcional en la construcción de la ciudad de Madrid. Una gran emigración rural comenzada en las décadas anteriores pobló las periferias de la ciudad con precarias y humildes viviendas (chabolas). Sus residentes se organizaron en asociaciones vecinales, una ola de compromiso político cristalizó en un movimiento que peleó por lograr unas condiciones de vida digna y una ciudad más justa. Relevantes actores dentro de ese movimiento fueron algunos arquitectos que trabajaron de manera muy estrecha con las asociaciones vecinales (Castells, 1983).

Esa arquitectura comprometida suponía una reacción a la formalización disciplinar que desde principios del siglo XX había definido la práctica profesional del urbanismo como un ejercicio científico de planeamiento racional del suelo. Mediante el trabajo con comunidades desfavorecidas y marginadas, algunos urbanistas y arquitectos reorientan su práctica profesional. Del gran plan de ordenación urbana se pasa ahora a ejecuciones de menores dimensiones, de grano más fino, que se realizan a través de instrumentos como los proyectos y otras estrategias centradas en barrios. Un compromiso arrinconado nuevamente en la década de los ochenta en un viraje hacia planteamientos esteticistas y formales dentro de la arquitectura. Una dura crítica surge hacia esos planteamientos racionalistas y jerárquicos que entienden la práctica del urbanismo como un ejercicio lineal donde el profesional está al servicio de los gobiernos.

El antropólogo James Holston, en su trabajo sobre el epítome del planeamiento modernista: Brasilia, centrará su crítica en la forma como la disciplina ha imaginado el futuro. Criticará su obsesión con un diseño desconectado de las condiciones locales del presente, que imagina la posibilidad de dominar el futuro mientras ignora los conflictos del presente y sus efectos venideros. Emergen en el contexto crítico de la década de los ochenta toda una serie de propuestas bajo el nombre de planeamiento justo, participativo o comunicativo. Todas ellas articulaciones de la práctica profesional del urbanismo que se mantienen dentro de los límites de la disciplina: preservan en todos los casos la idea de que el urbanista mantiene el monopolio experto sobre el diseño de la ciudad, pero trata de incluir a los ciudadanos en ese ejercicio.

Serán las propuestas de un urbanismo radical las que lleven un paso más allá la contestación al planeamiento racionalista. Frente a la convención disciplinaria que ha entendido el urbanismo como un trabajo práctica de ordenación de la sociedad (en su versión modernista: el urbanismo como guía de la sociedad), se desarrolla ahora un urbanismo destinado a la transformación social. Ahí encontramos las dos grandes tradiciones de la disciplina del planeamiento urbano, según John Friedmann, en un sumario que hace Victoria A. Beard: “planning as societal guidance operates as ‘conventional planning’ conducted by a professionally trained practitioner. In contrast, planning as social transformation is most fully represented by the fourth tradition in planning thought – social mobilization, which draws on three oppositional currents: social anarchism, historical materialism, and utopianism (Friedmann, 1987: 225). According to Friedmann, planning as social transformation is radical planning” (Beard, 2003: 16).

Siguiendo el itinerario del compromiso social abierto desde los 70, y tomando inspiración de James Holston, Leonie Sandercock da una vuelta de tuerca en esa reorientación de la disciplina cuando argumenta que el planeamiento de la ciudad tiene lugar a través de las prácticas cotidianas y por lo tanto no es una actividad reservada únicamente a los expertos. El planeamiento ejecutado por comunidades afroamericanas, el community-driven planning y community-based planning, serían dos ejemplos localizados en EE UU. Lo que ella designa como urbanismo insurgente (en clara resonancia con Holston y la cierta literatura sobre la ciudad informal —ver pieza anterior: Teoría favela: la auto-construcción del sur global— ) representa una radical reorganización epistémica de lo que supone planear la ciudad. Hay un aspecto relevante en el alegato de Sandercock: está realizado desde la misma disciplina del urbanismo en un intento por interpelar a sus miembros:

to a new generation of planners who are not necessarily employed in traditional public or private consulting organizations (see contributions to Douglas and Friedmann, 1998). This planning scholarship demonstrates how de facto community and urban developments take place through everyday practices of squatter citizens, determined poor women, illegal immigrants and other disfranchised and marginalized communities (Beard, 2003; Friedmann, 1988; Irazábel, 2008; Miraftab, 2005; Sandercock, 1998b). Through their development of houses and infrastructure such actors also build deep democracies (Appadurai, 2001). (Miraftab, 2009: 42)

Desde esta perspectiva, el urbanismo se hace más allá de los despachos institucionales, por personas que no son expertos sancionados. El problema, tal es el argumento de Sandercock, es que la historia oficial ha invisibilizado estas formas de hacer ciudad al ofrecer un relato del planeamiento ejecutado por el Estado, llevado a cabo por urbanistas heroicos como Ebenezer Howard, Le Corbusier… Sin embargo, han existido siempre tradiciones del urbanismo más allá del Estado y, en ocasiones, en confrontación con este. Tradiciones que desafían la misma noción de lo que entendemos como urbanismo (planning): “histories of insurgent planning practices, stories of marginalized and oppressed groups excluded from or in resistance to state-directed, modernist planning” (Sandercok, 1998: 21).

El urbanismo insurgente nos coloca ante una larga tradición que ha sido cultivada dentro de las disciplinas del urbanismo y la arquitectura, que se remonta en el tiempo décadas atrás. Una modalidad que entiende el planeamiento más allá del practicante que trabaja para el Estado e incluye a organizadores de comunidades, activistas y ciudadanos de todo tipo. Tal propuesta entiende el planeamiento como un ejercicio orientado a la transformación social, un proyecto emancipatorio de carácter antagonista (oppositional) que requiere una reorganización epistémica:

Radical practice emerged from experiences with and a critique of existing unequal relations and distributions of power, opportunity, and resources. The goal of these practices is to work for structural transformation of systematic inequalities and, in the process to empower those who have been systematically disempowered. (Sandercock, 1998b: 97–8)

Si los estudios urbanos nos muestran que la ciudad informal es construida por sus propios habitantes sin la necesidad de expertos, el urbanismo insurgente señala un desplazamiento de los profesionales del planeamiento que toma inspiración y dialoga con esa manera de entender la ciudad. Dos formas de dar cuenta de las maneras de hacer ciudad que están movidas por un impulso insurgente y emancipador.

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Castells, M. (1983). The City and the Grassroots: A Cross-Cultural Theory of Urban Social Movements. Londres: Edward Arnold. Miraftab, F. (2009). Insurgent Planning: Situating Radical Planning in the Global South. Planning Theory, 8(1), 32-50. Sandercock, L. (1998a). Making the Invisible Visible: A Multicultural Planning History: University of California Press. Sandercock, L. (1998b). Towards Cosmopolis: Planning for Multicultural Cities. Chichester: Wiley. Beard, V. A. (2003). Learning Radical Planning: The Power of Collective Action. Planning Theory, 2(1), 13–35.

Autor / Autora
Profesor colaborador en la asignatura Tecnopolítica, redes y ciudadanía del Máster Universitario de Ciudad y Urbanismo. Antropólogo y doctor por la Universitat Oberta de Catalunya.Ha trabajado como investigador en el Centro de Ciencias Humanas y Sociales (CCHS) del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC),Madrid, el Center for Research on Socio-Cultural Change (CRESC) de la Universidad de Manchester y en el Internet Interdisciplinar Institute (IN3) de la UOC. Líneas de investigación: culturas digitales y la ciudad.
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